Para que podáis entenderme, os contaré que la historia de la teoría la
gestión del tiempo, empezó a fines de los años 50 y 60, y se produjo durante
la revolución industrial, al principio, se pensaba en la gestión del tiempo como
algo unidimensional, y basado en la eficiencia.
La idea de
la eficiencia era para saber si podíamos desarrollar herramientas y
tecnología que ayudaran a hacer todo más rápido, entonces en teoría, tendríamos
más tiempo.
No hay nada
malo con la eficiencia, en igualdad de condiciones, la eficiencia es mejor,
pero aun así hay una desafortunada limitación de la eficiencia como estrategia
en la gestión del tiempo, que se hace evidente con el hecho de que todos
llevamos minicomputadoras en los bolsillos, y, aun así, de alguna forma, nunca
logramos estar al día.
A finales de
los 80, surgió la segunda era del pensamiento del manejo del tiempo. Creo que
quien marcó el inicio fue el gran Dr. Stephen Covey. Y el Dr. Covey introdujo
algo llamado pensamiento bidimensional. Él nos entregó "La matriz
de la gestión del tiempo", en donde el eje X era urgencia, y el eje Y era
importancia. Y lo bello de esto es que nos dio un sistema para calificar nuestras
tareas, y basándonos en el puntaje, podíamos priorizarlas, una enfrente de la
otra. Priorizar se trata de enfocarse primero en lo que más importa, y
durante los últimos 20 años, este ha sido nuestro concepto general de la gestión
del tiempo.
No significa
que haya algo malo con priorizar, de hecho, priorizar es una habilidad valiosa hoy
más que nunca. Aunque lo digamos alegremente como si fuera el arquetipo para la
gestión del tiempo, ¿verdad? Decimos: "Ordena tus prioridades" o
"tus prioridades no son las correctas".
El priorizar no
genera más tiempo. Lo que hacemos al priorizar es tomar la tarea número 5 y la
ponemos como número uno en la lista de quehaceres, y es válido, pero, en sí
mismo, no hace nada para generar más tiempo, y no hace nada para ayudar a
cumplir las otras cosas de la lista, solo las ordena.
Mientras que la
mayoría toma decisiones basadas en urgencia e importancia, los
multiplicadores hacen un tercer cálculo que se basa en el significado, si la
urgencia es cuán pronto algo importa, y la importancia es qué tanto importa, entonces
el significado es cuánto tiempo va a importar. Es un paradigma completamente
diferente, que se añade a lo que ya estaba, está allí con lo viejo, pero
también con lo nuevo.
Por lo general,
si pensamos en la lista de quehaceres moderna, que es uno de los mecanismos o
estrategias clave que tenemos, nos preguntamos, cuando elaboramos nuestra
lista: "¿Qué es lo más importante que puedo hacer hoy? "
Los multiplicadores se preguntan: "¿Qué puedo
hacer hoy que hará que mañana sea mejor?" "¿Qué puedo hacer ahora
mismo, que hará un mejor futuro?" Hacen un cálculo significativo. Cuando
digo: "Multiplica tu tiempo", podría sonar algo superfluo, como una
exageración, pero realmente no lo es.
No hay nada que
podamos hacer para crear más tiempo en un día, y ese es exactamente el problema,
esa forma de pensar es el problema.
Tenemos que
romper ese paradigma, y en su lugar, pensar en el mañana, lo que nos
lleva a la premisa de cómo multiplicar el tiempo. La manera de
multiplicar el tiempo es simple: multiplicamos el tiempo dándonos un permiso
emocional para hacer cosas hoy que nos dé más tiempo mañana.
Este es el cálculo
significativo. Multiplicamos el tiempo dándonos un permiso emocional para
hacer cosas hoy que nos darán más tiempo mañana.
El cálculo
significativo lo cambia todo. El "Embudo del enfoque" es nuestro
intento de crear una representación visual que codifique el proceso mental de
los multiplicadores, inconscientemente, mientras evalúan cómo utilizar su
tiempo.
Es como crean
resultados extraordinarios, explosivos, exponenciales e increíbles, mientras
otros generan resultados lineales, funciona así, si lo que haces está en la
cima del embudo, lo primero que un multiplicador se pregunta es: "¿Puedo
eliminar esto? ¿Vale la pena hacerlo?".
Es otro ejemplo
de cómo lo que saben sobre la gestión del tiempo está mal, o al menos que
ha cambiado, ya que muchos de nosotros usamos listas, y los multiplicadores
saben que la nueva gestión del tiempo tiene más que ver con lo que no se hace,
que con lo que sí se hace. Los multiplicadores saben que la perfección se
alcanza no solo cuando nada más se puede agregar, sino cuando nada más se puede
quitar. Es el permiso para ignorar.
El desafío
emocional es que luchamos con la culpa, y luchamos con el deseo de decir no, cuando
en realidad sentimos que debemos decir sí, y así vamos por la vida tratando de
nunca decir no.
En una
entrevista con un multiplicador dijo algo que cambió mi vida, "Es inútil
ir por la vida intentando nunca decir que no. Lo que tienes que entender es que
siempre le estás diciendo no a algo". Porque cada vez que le dices sí a
algo, estás diciéndole simultáneamente que no a una infinidad de cosas. Si no
puedes eliminar la tarea, pregúntate: "¿puedo automatizarla?" Cualquier
cosa que cree un proceso hoy, me ahorrará tiempo mañana.